la vida de calabacín reseña
la vida de calabacín
Su verdadero nombre es Ícaro, pero no se acomoda, por ello gusta ser llamado Calabacín. Es un niño de 9 años que sólo pretende disfrutar de su niñez, aunque el alcoholismo de su madre interfiere con ello. Acto seguido, y en medio de un penoso incidente, la progenitora de nuestro protagonista fallece y el pequeño es llevado a un orfanato.
Un medio hostil es lo que Calabacín encuentra, pero una vez instalado y con muchas semejanzas entre sus nuevos amigos, el infante será capaz de encontrar un nuevo sentido a la vida, a la familia que uno escoge y a la esperanza. Basada en el escrito de 2002, Autobiographie d’une courgette, del escritor francés Gilles Paris, la cinta, al igual que el escrito, se narra en primera persona, con una mirada de inocencia que puede ser devastadora para la mirada adulta.
Con un sentido del humor fino y apelando a la sensibilidad, la cinta cuenta con los aditamentos necesarios para ser un referente en cuanto a cine de orfandad se refiere. Recalca el cómo la inocencia, muchas veces, puede ser interrumpida por una mala paternidad, o los errores de éstos repercuten dolorosamente en el crecimiento de los pequeños.
Mención aparte merece la técnica en stop motion; el filme cuenta con minuciosidad en los decorados, en el vestuario de los personajes y sobre todo en las miradas de los mismos, esta técnica digital se muestra con maestría, vitalidad y artesanía, no le pide nada a los grandes estudios. Nominada al premio de la Academia, en el renglón de cinta animada, la vida de muchos será tocada con esta pieza de verdadero y rotundo arte.
Una película animada en stopmotion acerca de la tragedia durante la niñez, el abandono y la maleable naturaleza de la familia.
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